jueves, 4 de junio de 2015

UNA VISION DISYUNTIVA DE LOS GRADOS «ESCOCESES». REFLEXIÓN y PROPUESTA.

ALdaba

LA REFLEXIÓN.

Cuando uno se enfrenta al trabajo masónico de los Altos Grados del REAA, desde la experiencia de haber trabajado la primordialidad de las Ordenes del Rito Francés que impulsó Roëttiers de Montaleau, y que desarrolló el Gran Capitulo General del Gran Oriente de Francia (GCG)1784, uno se queda con la extraña sensación de volver a un mundo preñado de «espiritualidad y religiosidad» que absorbió el rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA) constituyéndose en el corazón esotérico y hermético-cabalístico del renacimiento masónico.

Está claro que Roëttiers de Montaleau, y aquellos que le secundaron no pudieron abordar la puesta al día de las Ordenes de Sabiduría, tal como se hizo en los grados azules del rito Moderno con la compilación ritual que dio como resultado el Régulateur du Maçon, aun cuando en 1788 el GCG articuló talleres los Altos Grados y fijó el «sistema» francés, con una voluntad de aperturismo y pragmatismo como bien recogen los Estatutos y Reglamentos Generales de 1784, y que recoge el artículo 27 de esta forma: «Le G.:. Chap. G renfermera dans son sein, autant qu’il sera possible, toutes les connaissances maçonniques»

En 1802, varios Hermanos bajo ese aperturismo que mostró el GCG reivindicaron la co-existencia con otros ritos en el seno del GOdF, y desde ese preciso momento se puede situar la firma del concordato entre el GODF y la Grande Logia General Escocesa, para emprender la práctica del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, a lo que se ha de sumar la instalación como Gran Maestro a Cambacérès que dio plenitud a dicho acuerdo, constituyendo desde entonces como un referente totalizador que además el Colegio de Ritos del Gran Oriente de Francia, impondrá como modelo ritual, ante lo cual Charles Porset denominaba irónicamente dicha acción como la «Creencia que aniquila la razón».

Durante más 150 años el REAA como rito y como estructura dentro de la obediencia francesa, evidentemente con herencias y préstamos, ha pilotado casi todo el desarrollo ritual periférico de la llamada masonería liberal continental, pues la huella de sus textos y sus orientaciones la encontramos en numerosos rituales que utilizaron y utilizan las más diversas Obediencias, tanto antiguas como actuales.

La otra gran orientación «escocista» continental, podemos decir sin ambages que procede de otra potente estructura, como es la que representa la Gran Logia de Francia (GLF), que a su vez guarda igualmente las esencias del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. (REAA), aunque esta orientación ha tenido menos impacto en las masonerías continentales, al menos en lo que se pueda referir a España.

Por tanto, cuando abrimos la panoplia ritual de los Altos Grados del «escoscismo», nos encontramos con varias cuestiones que personalmente me llaman la atención, por un lado: la abundancia simbólica que han aportado las diversas escuelas de pensamiento y espiritualidad en base a la permeabilidad que el (REAA) ha mostrado como rito, lo cual unido al fuerte sustrato bíblico que alimenta los diferentes grados en combinación con lo anterior ha contribuido a fijar una tradición esotérica y simbólica que patentizan grados como el Caballero Rosacruz y el Caballero Kadosh, trabajados con fuerte dimensionamiento en el «escocismo».

Queda meridianamente claro el poso esotérico y simbólico con claras referencias hermético-alquímicas, y fuertes raíces cristianizantes que de buen grado aceptó el REAA, en contraposición al rito Francés (GCG- GOdF), que obvió trabajar de forma focal grados como el Caballero Rosacruz o el Caballero Kadohs, que han sido los buques insignia del esoterismo como templo espiritual para una experiencia espiritual, aunque desde algunas posiciones hoy se intenta presentar las prácticas rituales de estos grados «escocistas» desde un cierto existencialismo iniciático.

Está claro que desde posiciones agnósticas y ateas, el trabajo ritual de dichos grados trae complicaciones éticas y de cohesión entre pensamiento y praxis, y de ello han sido conscientes algunos estudiosos y autores, que han buscado la conciliación de los opuestos, no negando el hecho, pero ensayando otra perspectiva ante una dialéctica perpetua jamás concluida cuya arcaica y enigmática herencia, conforman una comunidad de espíritus contradictorios, que es la masonería.

En este sentido, se puede decir que el abordaje de estos temas en Francia ha sido importante, estando presente en el panorama reflexivo el trabajo Hermanos que practican el REAA, tanto desde el enfoque racionalista, como desde el campo espiritualista, de uno u otro rito, lo cual constituye un interesante corpus bibliográfico a consultar, con autores como J. Saunier; J. Bartholo; P-M Savainag; C. Guerillot ; B. Etienne, P. Mollier, etc.

Esta panorama de reflexión no tiene parangón en España, pero en todo caso deseo llamar la atención de los lectores de REAA, sobre el trabajo que se está realizando por cambiar enfoques y perspectivas, que permitan el trabajo desde el con una cierta coherencia entre razón y creencia, sin que una aniquile a la otra.

   

En este sentido es bueno poder visualizar el cambio de enfoque que nos propone Narciso Sáez Narro, cuando indica que por ejemplo «nuestros caballeros rosacruces del rito (REAA) no van a Oriente a conquistar terrenos sino a buscar ideas».

LA PROPUESTA.

En el panorama masónico español, muy inmaduro aún en estas lides de la reflexión ritual, digamos que aún estamos en ese estadio «de sí el ritual se ajusta o no a la tradición», sin que haya un estudio sistemático de los ritos y los grados, analizado desde la coherencia y la visión personal imbuida de una cierta laicidad y racionalismo, que nos a aleje de este modo de los patrones al uso, «donde todo vale en función que lo que indique el ritual», de ahí que luego haya grandes sorpresas cuando, por ejemplo, desaparecen algunas cuestiones de los rituales, los cuales han sido, por poner un ejemplo, colonizados por los sefirots misticos masónicos, o se ven reaparecer otros símbolos en función de modas o influencias que son préstamos de otros ritos, y otras estructuras masónicas...

Para mí, ahora que me encuentro en esas tesituras de trabajar en un nuevo rito como es el REAA, no puedo negar que determinados grados y enfoques se presentan desde mi visión particular de ateo, formado en el seno del Rito Moderno y Francés, y por ende heredero de una peculiar visión masónica, pues me encuentre ante ciertas contradicciones, de creencia y razón, antes las cuales preciso nuevos enfoques y herramientas para poder abordar este nuevo y denso recorrido por el REAA, con cierta frescura y prospectiva, sin caer en los determinismos al uso.

En este sentido para mi han sido totalmente recomendables para esta travesía de resituación con respecto a los rituales de REAA y los Altos Grados, las reflexiones hechas libros de Narciso Sáez Navarro, La masonería y sus Grados Escoceses, un dialogo desde la laicidad y la racionalidad. Tomo I Desde la Iniciación a la Maestría Perfecta, y Tomo II Los grados rosacruces, areópagos y los administrativos.

Ya que el amigo y francmasón de la GLSE y alto Grado practicante del REAA como es Narciso Sáez, trata de enfatizar de una forma muy didáctica otros enfoques para de esta manera poder abordar el gran embrollo de concepto y de praxis, lo que significa encontrarse de sopetón en la matriz de los Altos Grados REAA, las múltiples leyendas e interpretaciones bíblicas sin olvidar los aditamentos simbólicos herméticos- cabalísticos que parecen conformar parte del edificio conceptual del REAA, cuestiones no tan influyentes en otros ritos, como el Moderno/Francés del GCG-GOdF que he practicado durante más de once años.

Creo que en ese recorrido, desde la Escuadra y el Compás manejados en el primer tramo de nuestra experiencia masónica en logia azul, camino de la dimensión universalista de la reflexión que nos presenta la siguiente escala del trabajo masónico en cámaras de perfección, capítulos, etc, es bueno contar con herramientas que sirvan de apoyo y complemento a la hora de afrontar esa re-construcción que supone adentrarse en un mundo ritual, sea el que sea, pero más en el REAA, para que este se vivifique en cada uno de nosotros de tal modo que pueda arrojar resultados positivos a quien se adentre en tal prospectiva simbólica.

No es una propuesta de reflexión al modo y manera de un cierre categorial, sino un sendero de ensayo y error desde la prospectiva de pensar de forma abierta, partiendo como nos propone Narciso Sáez, de «integrar el lenguaje del sendero, del respeto y de la devoción», o sea iniciar de nuevo el gran tour del Compañerismo, en el proceso de la búsqueda más abierta y creativa posible.

Por tanto, este post no va de una reseña de un libro de un buen amigo, sino sobre la experiencia personal y sobre manera trata de presentar una introspección en una metodología que propone un estudioso como es Narciso Sáez, la cual nos puede servir para poder enfrentarnos a algunas las contradicciones ya expuestas.

Iniciación como un referente parcial y no totalizador.-

La famosa Iniciación se ha de vivir y contemplar como un proceso sin iluminaciones, ni ukases iniciáticos, sino dejando que cada uno viva su estadio masónico desde la condición personal labrada en base a percepciones, y experiencias vitales, vividas durante nuestra existencia antes durante de nuestra militancia.

Unos vivirán la entrada en la masonería desde la óptica de creencia, vivenciando una iniciación más espiritual, otros en cambio, la abordaremos desde la razón como una «recepción de masones entrados», siendo unos, tal vez, los «predestinados y elegidos», y otros simples albañiles en la gran cantera masónica con la misión de ir desbastando la piedra para encontrar la talla adecuada.

Por eso debemos abordar la iniciación desde una perspectiva abierta, ya que el complejo mundo simbólico del REAA y sus sustratos simbólicos de los que se alimenta nos lo exige, de no hacerlo así nuestros tránsitos se irían estrechando cada vez más hasta conducirnos hacia la constreñida vereda del dogmatismo conceptual y ritual de quedarnos con la experiencia textual.

Búsqueda desde el agnosticismo y la razón como base universal.

Narciso Sáez, nos propone en ese tránsito de la búsqueda como anhelo de superación desde la Razón, una búsqueda abierta activa que nos permita recrear la simbólica y su entorno, dándole vuelta al mito, abandonando la mitomanía, y des-construyendo la mítica al uso desde la Razón activa «para lo que admite o reconstruye esté revestido de convicción racional», no quiere ello decir que no podamos admitir valores sostenidos en ficciones sutiles, en metáforas y alegorías, sino que analizadas desde la razón podamos reelaborar  una nueva mítica que paulatinamente vaya sustituyendo, si se quiere, los viejos arquetipos bíblicos y herméticos por nuevas analogías, pues nuestra historia, nuestra cultura occidental no quepa la menor duda nos ofrece nuevas míticas y referencias que nuestros antecesores no consideraron en ese momento adecuadas, pero no por ello dejan de ser útiles en la recreación de una nueva mítica.

La ficción el corazón y la liberación ante moldes establecidos.

Está claro que enfrentarnos ante el alambicado mundo simbólico del REAA para aquellos que no hemos sido elegidos como «iniciados», sino que nos hallamos en la cantera como simples masones aceptados cargando con nuestro agnosticismo o ateísmo, es bueno trabajar desde la ficción, no «basta que desvelemos el camino» sino al contrario de como plantea Narciso Sáez, sino que teniendo como eje transversal la ficción poder ensayar desde la propia la propia semiótica del simbolismo «escocista», poniendo razón de por medio pero también corazón, pues de lo contrario no llegaríamos seguramente a tener conceptos claros sobre poéticas manifestaciones masónicas que tenemos a nuestro alrededor, las cuales debemos contemplar desde el corazón, que «todo lo vivifica en su proceso de transmutación y rarefacción, de su expansión y concentración, en su solve et coagula particular»

La liberación, los grados, los símbolos, la mítica y la regeneración

La re-construcción que debemos acometer, no deja de ser una introspección alegórica mediante la regeneración de una interpretación desde la ética personal y cotidiana en pos del progreso de la humanidad y la felicidad personal, aunque tenemos tendencia a pensar que «concepto de Razón que incorpora la ilustración desde el pensamiento protestante y de la peculiar aportación del jansenismo, resulta una entelequia no muy propicia para una masonería liberal y laica».

Por tanto nuestra actual posición histórica, cultural e intelectual, nos exige liberarnos del yugo alegórico al uso, sin que por ello neguemos la transcendentalidad del hecho ritual en su conjunto como fruto de un quehacer que nos viene de lejos y la puesta en valor cada día, para conseguir los fines que se fijan las distintas masonerías, y nosotros como masones, enlazando la raíz hermenéutica de la tradición con perspectivas y prospectivas más actuales y liberadoras. En otras palabras «la masonería está unida al presente, al ser humano del presente, a la razón activa que permite progresar en el aquí y ahora», no de una manera trascendente, sino desde la razón y la sabiduría que busca en ese orden dado en los rituales el sentido más hondo de la búsqueda, de la verdad.

Una búsqueda que se haya imbuida en una filosofía, en una ética, y una moral, todo ello desde la universalidad no dogmática, sino desde una posición abierta con el fin de ir desvelando, desde las alegorías bíblicas y herméticas que nos suscita de buenas a primeras la lectura de los rituales, los referentes que puedan conformar desde la razón una mítica universal liberadora tras ir quitando velos que nos desdibujan el sentir más hondo del mensaje a recibir, y tal como nos indica el autor de la propuesta «si en algún momento tomamos el símbolo como la última imagen simbolizada y nos quedamos en ello, se acaba el proceso».

Lo cual supone en este sistema de grados es bueno conocer lo que llevó a otros Hermanos a integrar elementos, alegorías y símbolos, que pueden ser útiles en la cadena de progresión o un lastre, por tanto debemos conocer la historia masónica y ritual para liberarnos en un constante ejercicio que todo masón debería realizar de regeneración personal y colectiva.

La Heterodoxia como axioma de trabajo

La búsqueda, tras la permanencia en las logias azules, cambia de sentido en las logias de perfección, hay una nueva orientación, digamos que se fija la atención en valores universales a veces velados o mediatizados, en parte por el relato bíblico, que a los que no estamos imbuidos en la «cultura del Libro» nos produce cierto rechazo, y máxime cuando se quiere presentar a la masonería como un remedo de la religión positiva y nos deja poco margen a los librepensadores para la razón y la libertad, no se trata tan solo de trasmutar la cena mística rosacruz en una espicha, para sintonizar razón y creencia en el desacuerdo que puede producir tal grado, que cada momento ratifica al anterior, por tanto ese juego malabar dialéctico –conceptual, no deja de ser una pequeña trampa, por lo cual es necesario ir un paso más allá, buscando el fin último y velado que pueda desprenderse del grado rosacruz como alegoría sobrevenida, ya hasta sobre actuada, de otro tiempo y otras referencias misticos -históricas, antes las cuales se han de hollar en otros paradigmas.  

Y eso, todo ello se puede abordar desde las posiciones ya comentadas, pero asumiendo también un grado de heterodoxia que será la guía que nos permita luchar por la libertad y la fraternidad del otro desde la paradoja de que los masones podemos detentar una misma construcción moral, estemos donde estemos, tengamos el grado que tengamos, teniendo en cuenta de que no hay verdades absolutas, y que nunca seremos iguales, puesto que cada uno se traza su camino, trabaja su piedra desde su universo mental y vivencial, lo cual no quita para que seamos una sociabilidad construida por semejanzas y complementariedades.

Esto es los que nos propone Narciso Sáez, para abordar el proceso de imbuirnos en la ritualidad del REAA desde perspectivas laicas y racionalistas, abordando desde estas premisas cada grado de los 33 que tiene el REAA, analizando cada uno de ellos, viendo sus desarrollos y propuestas, examinando sus herramientas y proyecciones.

No es un cierre categorial, ya que Narciso Sáez, es hijo de sus vivencias, de su visión masónica y formacional, pero propone una sistemática y una metodología que nos puede servir como referente para llegar a veces a posiciones radicalmente encontradas o complementarias, la razón activa y creadora con el tiempo y paciencia, y viendo a los Hermanos interactuar podemos llegar a esas semejanzas complementarias viviendo la ritualidad «escocista» desde prospectivas diferentes, al menos para mí, desde mi vital experiencia y visión hay pocas alternativas más desde la visión laicista y racionalista. y del rito Moderno, que profeso.

NOTA: Creo que puede servir como referencia también este trabajo versado sobre el Rito Francés, pero que explica como unos hermanos se atrevieron a plantearse un cambio de arquetipos. http://www.ritofrances.net/2008/11/no-s-si-antes-hubo-una-corriente-crtica.html

He dicho.  Victor Guerra. MM.:. Logia Progreso 1850. Le Droit Humain (DH).

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